lunes, 14 de marzo de 2011

Pecados Capitales: Soberbia y Pereza

Fabio Capello ( A.C. Milan 1991-1996 )
Johan Cruyff (F.C.Barcelona 1988 -1996 )

En el fútbol al igual que en la industria cinematográfica cuando surge de repente lo que llamamos un blockbuster o revienta taquillas, comienzan inmediatamente a surgir las secuelas.
Comenzábamos a sospechar que la original propuesta de Sacchi terminaría derivando en el triunfo de la dictadura del sistema.
Aparecen técnicos pretenciosos, con tendencias científicas y verbo fácil que solo conseguirían provocar somnolencia al espectador. El típico iluminado con carnet se sentaba en el banquillo convencido que los partidos se ganaban en la pizarra, utilizando al jugador solo como instrumento de sus ocurrencias tácticas, casi siempre desastrosas.
Para los guardianes del sistema la pelota no existe, la destreza y el talento del jugador más que un recurso suponen un estorbo. Demandan Terminators con botas de tacos, dispuestos a acatar las órdenes de un comisario político de la antigua RDA
Terminó ocurriéndole al Milán y a todos los equipos que dejaron este juego tan imprevisible en manos de entrenadores con alma de carceleros
Del montaje de Sacchi se cogió la parte por el todo: la línea defensiva adelantada, la mecanización del fuera de juego, la zona presionante y la reducción de espacios solo tienen sentido cuando te ayudan a disfrutar del juego de Van Basten.
Cuando van Basten pasa a ser un simple elemento más de la pizarra de Capello , ya era tarde, estábamos perdidos.
Es en la final de la Copa de Europa de 1993 tras disfrutar las dos últimas ediciones con el juego del “olvidado” Estrella Roja y del FC Barcelona, equipos que dejaban su destino al talento de sus jugadores, cuandro entran en liza sus némesis representadas por Milán y Marsella. Dos equipos sometidos al orden “ nazi “ del banco, incapaces de mantener la posesión del esférico mediante  tres pases seguidos sin caer en la tentación de soltar balonazos al libre albedrío, Baresi el primero.
 La realidad de todos estos entrenadores: Clones de Bilardo con aires progresistas.
Por eso fue tan interesante la figura y la reivindicación de las ideas de Johan Curyff
El casi siempre genial técnico blaugrana pertenece a la especie protegida de aquellos que reservan lo mejor de sus ideas para gozo y disfrute del público, aunque su montaje deje detalles sin trabajar que le dan aspecto de vulnerabilidad. Aspectos sostenidos por la arrogancia de Cruyff y su falta de atención a los detalles tácticos. Esta arrogancia le llevo a utilizar tres zagueros para defender los 70 metros de ancho del terreno de juego, y abusar de balones a la olla buscando la cabeza de Nadal y del venerable Alexanco cuando aparecía el miedo a la derrota.
Pero había en los equipos de Johan algo que les entronca con una visión pop de la vida: el gusto por la diversión, la búsqueda de la brillantez y ese toque de ingenuidad, de despreocupado.
Los buenos partidos del Barça se sentían como las buenas canciones de los Beatles: rápidas y directas al corazón.              
Todo gracias al gusto de Cruyff por el balón y por los futbolistas, rebelándose ante el machacante discurso que casi termina con la belleza de este deporte que levanta tantas pasiones: SISTEMA, SISTEMA, SISTEMA

No hay comentarios:

Publicar un comentario